A la una anda la mula

Se echaba a suertes y al que le tocaba poner se doblaba por la cintura, apoyando los codos sobre los muslos o rodillas. El resto de los jugadores saltaban sobre él apoyando las manos en su espalda. A la vez que saltaban iban repitiendo la siguiente retahíla:

A la una anda la mula 
A las dos el reloj 
A las tres Pepito, Manolito y Andrés 
A las cuatro un buen salto 
A las cinco un buen brinco 
A las seis merendé 
A las siete pan y leche 
A las ocho un bizcocho 
A las nueve empina la bota y bebe 
A las diez otra vez 
A las once llama el conde 
A las doce le responde 
A las trece ya amanece 
A las catorce ya es de día y empieza otra vez la vuelta sin parar todo el día.

Si alguno no podía saltar, se caía al hacerlo o confundía las palabras a pronunciar, le tocaba poner.