La bigarda

La bigarda era un juego que solían practicar los chavales en primavera y verano, al aire libre, en las calles del pueblo o en los prados donde pastaba el ganado.

Para jugar precisaban un palo y un «piti», un pequeño palo de unos 15 centímetros, cilíndrico y aguzado en ambos extremos.

Se formaban normalmente dos equipos de dos jugadores. En el suelo se marcaban dos cuadrados con un lado aproximado de medio metro, separados por unos dos metros. Cada una de estas casillas era ocupada por un jugador de cada equipo. Un jugador de un equipo lanza el piti a su compañero, situado en la otra casilla, que lo rechaza con el palo enviándolo tan lejos como pueda. Mientras el equipo contrario va a recoger el piti, el que lo rechazó salta de una casilla a otra contando en voz alta las veces que lo hace, pues cada paso supone un punto.

Pero si el jugador que ha recuperado el piti consigue meterlo en la casilla del contrario mientras ésta está desocupada, perderán todos los puntos acumulados.

siguiente saltaría a tres y así sucesivamente. Cuando todos hubieran saltado y se encontraran agachados, el primero que saltó iniciaría de nuevo el proceso.